Hoy he estado viendo un documental (muy interesante y recomendable) sobre The Elephant 6 Recording Co., el sello discográfico que, en los noventa, publicaba discos de bandas como Elf Power, The Apples in Stereo o Neutral Milk Honey. Y me ha dado por pensar en todos esos pequeñísimos movimientos underground, tan interesantes como fugaces, de los que ya nadie se acuerda.
En Vigo ha habido bastantes en esa onda. Unos más “arties” y otros más pedestres, pero todos surgidos de la pasión y el amor a la música. Y supongo que de la generosidad, ya que los movimientos colectivos han de ser intrínsecamente generosos. He de reconocer que me hubiera gustado formar parte de algo así y, con el paso de los años, poder mirar atrás y pensar que “he sido parte de algo importante”. Pero no, jamás me he visto implicado en ningún movimiento artístico. Supongo que me falta cierto talento (aunque quiero creer que lo suplo con pasión y trabajo, y que esto me han llevado a convertirme en un pequeño artesano que, simplemente, intenta hacer canciones más o menos interesantes).
El caso es que, dándole vueltas a todo esto, me he acordado de las Cintas Guarras. Tal vez, la iniciativa colectiva más underground de la que yo haya participado alguna vez, aunque solo haya sido tangencialmente. No recuerdo quién formaba parte de la “dirección” de Cintas Guarras. Sé que Bruno Jiménez, que posteriormente fue guitarrista y voz de The Merry Melodies y Los High Sierras, estaba involucrado. Supongo que su hermano Jacobo —guitarrista de los primeros y bajista de los segundos— también lo estaría también lo estaría. Y sé con seguridad que también lo estaba Cristobal.
No recuerdo su apellido, pero sí que fue bajista de The Merry Melodies y que tenía un precioso Rickenbaker. Y también que toda la idea de las cintas surgió de él.
Cristóbal hizo el Servicio Social Sustitutorio (ese que en aquella época tenían que hacer los objetores de conciencia) en Radio ECCA, una emisora de educativa de Vigo. Y allí encontró docenas de cintas de casete totalmente desechadas y listas para tirar a la basura o, en caso de caer en manos de alguien con un mínimo de sentido común, quedárselas y reciclarlas. Obviamente, Cristobal era de los segundos.
Y de ahí surgió la idea: utilizar aquellas cintas para grabar en ellas canciones de los grupos más underground que en aquellos momentos pululaban por la ciudad y alrededores: Spiral Fish, Merry Melodies, La Prole, Rebelde Rojito o Foggy Mental Breakdown, el grupo del cual yo formaba parte como bajista. Las cintas se venderían a bajo coste, sin ánimo de lucro y, a priori, sin discriminación de estilos. Todo valía y todo era bien recibido. El primer volumen hacía, desde luego, honor al nombre de “guarras”: pintadas a mano con lo que creo que debía ser témpera, grabadas de casete a casete en casa de alguien que tuviese doble pletina, con errores en sus textos y no muy buen sonido. Los siguientes estuvieron un poquito mejor editados, aunque lo de los errores se mantuvo hasta el final. En el fondo, eso era lo bueno. Eso era lo que seguía siendo “guarro”.
Si no recuerdo mal, fue en la presentación de aquella primera cuando tocamos en una casa okupa del centro de Vigo, en la que se fue la luz a mitad de concierto y en cuyo interior debíamos estar a unos 45 o 50 grados centígrados. Después nos enteramos de que nos consideraban unos machistas. Nunca supimos la razón, pero creemos que era porque una de nuestras canciones (mía, para más recochineo) se titulaba “The Devil was a Woman”.
Y no hay mucho más que contar. No tuvieron un gran recorrido, aquellas cintas. Tengo en casa un par de ellas, el volumen 2 y el 4, pero probablemente haya alguna más en casa de mi madre. Todo sucedió en cosa de un par de años, se acabó muy pronto. La idea, simplemente, se fue diluyendo. Una pena.
Pero recuerdo que, durante el tiempo que duraron, las escuchábamos a menudo en el coche cuando íbamos a ensayar. Y también la sensación de que formábamos parte de algo que estaba totalmente al margen de la industria. Y oye, que era bonito.
The Devil was a Woman, el título promete. Un día me mandas la letra, en privado, no vayan a eliminarte de aquí.